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Cuando me miro

Cuando me sorprendes, imagen, al mirarme, sin avisar al tiempo, no me reconozco en ti, y me escondo desnuda detrás del desconcierto d...

domingo, 8 de diciembre de 2019

Elvira Lindo

La imagen que cada noche se refleja en el espejo

"No me gusta ni mi cara ni mi nombre. Bueno, las dos cosas han acabado siendo la misma. Es como si me encontrara infeliz dentro de este nombre pero sospechara que la vida me arrojó a él, me hizo a él y ya no hay otro que pueda definirme cono soy. Y ya no hay escapatoria. Digo Rosario y estoy viendo la imagen que cada noche se refleja en el espejo, la nariz grande, los ojos también grandes pero tristes, la boca bien dibujada pero demasiado fina. Digo Rosario y ahí está toda mi historia contenida, porque la cara no e ha cambiado desde que era pequeña, desde que era una niña con obre de adulta y con un gesto grave. Digo Rosario y parece que estoy oyendo a mi madre" (...)

Me dijo bolleras

"Morsa me preguntó si éramos lesbianas, así, de pronto. (...) Nos conocíamos sólo de la rutina del trabajo y de tomarnos unas cañas después, pero nada más. No me dijo exactamente si éramos lesbianas, me dijo bolleras. ¿Vosotras dos sois bolleras, no? Íbamos en el camión, ya de recogida. Después de la pregunta se echó a reír con esa risa suya, entrecortada. Me miraba de reojo, yo seguía con la vista atenta al frente, sintiendo que un sudor nervioso empezaba a calarme hasta el jersey, notaba que él me miraba, atento a mi reacción." (...)

Elvira Lindo: Una palabra tuya.


Una tallita


"La dependienta se ha marchado a por una talla más y ella se ha quedado sola. Cuando se mira al espejo todavía tiene la sonrisa en los labios. La sonrisa estaba dedicada al diminutivo que utilizó la dependienta. Dijo: "Una tallita más", y Eulalia bromeó sobre esos dos kilos de más como si no importaran, cono si ella estuviera por encima de estas, de otras vulgaridades. Pero ahora que se ha quedado sola la sonrisa pierde todo el sentido porque Eulalia se encuentra ante lo que verdaderamente piensa. Piensa que la dependienta utilizó el diminutivo, una tallita, para no desanimar a una lienta que probablemente está dispuesta a gastarse un buen dinero, que es capaz de dejarse vencer por un capricho y comprar cosas inesperadas, que no le hacen falta, que puede que nunca se ponga." (...)

Elvira Lindo: Algo más inesperado que la muerte.

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