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Cuando me miro

Cuando me sorprendes, imagen, al mirarme, sin avisar al tiempo, no me reconozco en ti, y me escondo desnuda detrás del desconcierto d...

Carmen Martín Gaite

Carmen Martín Gaite:
Usos amorosos...

Pilar Primo de Rivera, que mantenía en aquellos congresos el ideario de ama de casa ahorrativa y prudente propuesto siglos atrás por Fray Luis de León en La perfecta casada, era ella misma lo que llamaban nuestras madres "una mujer muy apañada". (...)
La clave del buen resultado de la Sección Femenina de Falange hay que buscarla en su antifeminismo, que la hacía grata a los ojos de Franco, y en la borrosa personalidad de su creadora, siempre dispuesta a someterse a una jerarquía superior. (...)

Pero aquellas esforzadas monitoras, muchas de las cuales no se casaron nunca, creían de buena fe que todas sus enseñanzas estaban contribuyendo a formar la esposa ideal. (...)
Descontando los domingos y fiestas de guardar, era una media de quinientas horas las que tenía que emplear la soltera o viuda sin hijos menor de treinta y cinco años para doctorarse como "mujer muy mujer", antes de aspirar a otro tipo de doctorados o expansiones propias de los hombres. (...)


Me contó que se pone de largo dentro de pocos días...

"Ayer vino Gertru. No la veía desde antes del verano. (...) Dice que ella este curso por fin no se matricula, porque a Ángel no le gusta el ambiente del Instituto. Yo le pregunté que por qué, y es que ella por lo visto le ha contado lo de Fonsi, aquella chica de quinto que tuvo un hijo el año pasado. En nuestras casas no lo habíamos dicho; no sé por qué se lo ha tenido que contar a a él. Me enseñó una polvera que le ha regalado, pequeñita, de oro. 
- Fíjate qué ilusión. ¿Sabes lo que me dijo al dármela? Que la tenía guardada su madre para cuando tuviera la primera novia formal. Ya ves tú; ya le ha hablado de mí a su madre.
Que si no me parecía maravilloso. Me obligaba a mirarla, cogiéndome del brazo con sus gestos impulsivos. Se había pintado un poco los ojos y a mí me parecía que se iba a avergonzar de que se lo notase. Luego me contó que se pone de largo dentro de pocos días en una fiesta que dan en el Aeropuerto, que ella ya sabe cómo lo van a adornar todo, porque Ángel es capitán de aviación y uno de los que lo organizan; que han estado juntos comprando bebidas, farolillos y colgantes de colores. Me explicó con muchos detalles cómo es su traje de noche (...)

Carmen Martín Gaite: 
Entre visillos.



No había pegado ojo...


Total, que cuando empezó a rayar el día en el jardín, coincidiendo con los primeros gorjeos y manotazos contra la cuna que anunciaban el despertar de Amelia, yo no había pegado ojo y les había estado dando vueltas a obsesiones ingratas, de las que acentúan esa difusa conciencia de culpa que tantas veces me nubla la alegría, me incapacita para soñar y vuelve opaco lo que miro, como un dolor sordo y persistente, aunque ilocalizable (...)

Carmen Martín Gaite: Nubosidad variable.



Ahora que ya está casada...

Ahora que ya está casada y tiene varios hijos, achaca su infeli-cidad a causas muy diversas. 
Unas veces se queja de que no tiene bastante dinero, otras de que no ha podido volver a abrir un libro de Derecho (aunque todos sabemos que escogió esta carrera sin el menor interés, sólo porque le parecía la más varonil), y de que las mujeres casadas se han echado un dogal para toda la vida. otras veces, las más, se queja de su marido, sobre todo por el hecho de que es pacífico y no cree en las diversiones. No se da cuenta de que a ella, a fuerza de tanto esperar lejanas y extraordinarias diversiones, se le ha criado esa especie de coraza que le impide comunicarse con las cosas presentes y mirarlas. (...)
Carmen Martín Gaite: Ritmo lento.


Me notifica que se casa mañana...


He recibido una carta de Lucía. Me notifica que se casa mañana. Es una carta que debe haber escrito y roto muchas veces. No alcanza a resultar tan distante como para que en algo de lo que dice deje de oírse su voz ni tampoco tan espontánea como para que esta voz llegue a arrancar ecos de amor y remordimientos en esa zona oscura de mi ser cuyas misteriosas quebraduras día por día intenta explorar don Jaime. (...)


Carmen Martín Gaite: Ritmo lento.

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